"... y, que tocan? ¿Rock? ah, noooo... bandas de rock no..." Que frase tan conmovedora...
La paranoia se mete como un gusano en la manzana, hace nido y se queda a dormir. Igualmente, siempre hay un hueco por donde meter una mordida.
Aterrizaje en Villa Gesell, previo paso por Carlos Tejedor (Bs. As.) y América (Bs. As.), a pocos días de acompañar a Santa Rosa en la presentación de su primer trabajo discográfico (Ver "Acoples Virtuales") en el Teatro Arlequines; y a otros de haber tocado por segunda vez en el Teatro Club del Bufón el 2 de diciembre (Escuhá algunos temas en "Audios y breves aportes").
La ciudad balnearia con ese mar amarronado que regala esa sensación de nadar en la soretera (flotaba mucho yodo) fue por el lapso de 15 días, un lugar habitable para ciertos seres salvajemente distribuidos en aquella casa loca, alejada del quilombo despuntado y el vicio playero. Los días para el agua no fueron los mas, pero los instrumentos salieron a dorarse igual, a llenarse de arena y hacerse unas milanesas de redoblantes con esa arena voladora. Buena onda, la troupe y la gente se acercó a escuchar un poco. Hasta el viento se arrimó y voló un par de pelucas, de onda, para desparramar la música por ahí.
De día o de noche (preferentemente de noche, es inevitable) hacer música proveniente de la mas profunda y pequeña célula, es el placer de volar a otras dimensiones de un modo natural, sin peligros, ni cuestiones que pongan en riesgo a la maldita moralidad conservadora. Esperamos reclutar mas almas libres, mas seres salvajes, todo tipo de seres formales, informales, locos, sabios, creativos, curiosos, anonimos o no, grandes, chicos, testarudos, mutables, imaginativos y mas gente lista para emprender el viaje de la vida; queremos saber que carajo estamos haciendo en este planeta, y compartir la duda.
Hacer rock no es peligroso. Los invitamos a Despues de Aquel Suceso de Haber Escapado por la Ventana.
Alguien dijo por ahí "prefiero morirme que perder la vida".
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